miércoles, 7 de noviembre de 2012

¿Conoces esa sensación de fracaso? ¿Reconocerías el sabor de la frustración?

Bahía Azul, Palma de Mallorca



Pasas la peor noche que logras recordar, volteando tantas veces en la cama como en tu cabeza, y el reflejo es capaz de distinguirlo cualquiera la mañana siguiente, entre los tejidos de esa crisálida de sábanas. Entonces, con la cara de alguien que se ha abandonado a sí mismo, buscas un sitio donde poder ser devorado por tus pensamientos de una vez por todas. 
Acabas en la costa, al frente de un océano. Te sorprende notar cómo tu cuerpo pesa más de lo habitual, y sientes la necesidad de recostarte en algún lado. Curioso es que siempre resulte ser la piedra más fría del lugar, a tono con tus sentimientos, mientras algo empieza a surgir efecto en cuanto tus ojos se posan en el filo que existe entre cielo y mar. 
Algo no encaja. No entiendes por qué, cuando creías que sentar tu culo en esa piedra iba a ser el principio de una avalancha de autocríticas, simpatizas con la absoluta tranquilidad y calma que desborda aquel horizonte.  Puedes distinguir cómo la luz se abre paso entre pequeñas e incontables nubes, y, por un momento, mientras sigues el espectáculo con tu vista, parecen tocarse ambos lados del cuadro.
Y ahí, justo en ese preciso instante, te ves tan minúsculo frente a la inmensidad del paisaje que te rodea... Intimida sentirse tan pequeño, que sientes el invisible apretón de manos que te liga a esas personas con las que has logrado avanzar un día más, y cuando sientes flojear en lágrimas el viento más fresco te acaricia la cara con ternura, como si ése lugar tuviera propiedades mágicas, incluso vida propia y fuera capaz de entenderte. 

Conoces esa sensación de fracaso, ¿verdad? Seguro que reconoces el sabor de la frustraciónEso es porque ahora eres más fuerte de lo que fuiste entonces, y aún más libre de lo que fuiste jamás, y entenderás que así es como transcurren nuestras vidas, mientras te levantas y marchas dándole la espalda a esa fría piedra, y le susurras un tímido "Gracias" al viento, porque de él has aprendido que así es como nacen las grandes historias, siempre que otras quedan atrás.